ENCUENTRO INESPERADO CON MATISSE

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La casa donde se alojó el pintor Henri Matisse en Ciboure.

       La semana pasada tuve la oportunidad de pasar un par de días en la costa cantábrica de Lapurdi (Ipar-Euskal Herria o Pays Basque), más concretamente en las localidades de Saint-Jean-de-Luz o Donibane-Lohitzune, Ciboure o Ziburu, Espeleta y Ainhoa. Además de degustar los sabrosos productos locales, como el atún con piperrada, el queso de oveja brebis y las confituras de pimientos y de cerezas negras, también me dediqué a dar largos paseos disfrutando del agradable clima primaveral.

        En uno de estos paseos me encontré, en la preciosa localidad pesquera de Ciboure, con una placa sobre la pared de una de las típicas casas vascas de color blanco y burdeos. La placa decía en euskera y en francés: «Aquí vivió el pintor Henri Matisse«. Mi reacción fue de gran sorpresa. A decir verdad, nunca me ha despertado Matisse el interés de un Duchamp o un Dalí, sin embargo, he de reconocer que es uno de los nombres más destacados de las vanguardias, el máximo exponente de los fauves, sin ir más lejos. Además, me resulta interesante la rivalidad que existió entre Matisse y Picasso, siendo éste último gran admirador del primero.

       Por otro lado, hay un cuadro de este pintor que siempre me ha resultado muy expresivo y sugerente: es el llamado La habitación roja o Armonía en rojo, de 1908-1909, en el cual todos los elementos están supeditados al protagonismo del color rojo intenso que, usado de forma arbitraria y en conjunción con las líneas serpenteantes de la composición, crea un efecto estético muy decorativo. A su vez, también me impresiona mucho la fase tardía en la que ilustra el libro Jazz (1947) con recortes de colores, inspirados en el mundo del circo y el teatro.

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«Habitación roja», de Henri Matisse.

        Henri Matisse es además el artífice de cuadros tan significativos como el retrato de Madamme Matisse, más conocido como La raya verde (1904) , Lujo, Calma y Voluptuosidad (1904), La alegría de vivir (1905-1906) o La danza (1910). En todos ellos desarrollan las claves del movimiento fauvista (de las fieras), donde prima la intensidad del color y la línea sinuosa, usados arbitrariamente para expresar emociones. Debido a sus viajes al Norte de África desarrollará una mayor calidez en su paleta y unos efectos muy sugerentes a través de los trazos curvilíneos. Los temas siempre son contemplativos, a menudo casi eróticos, como en sus Odaliscas. No hay denuncia social, es la expresión pictórica de la alegría de vivir francesa (joie de vivre), del ocio, de los atardeceres en el campo.

        Particularmente, me interesa el recurso plástico de los campos de color y la bidimensionalidad de sus cuadros, algo que ya se encuentra en Gauguin, por otra parte. Muchos de sus retratos son muy interesantes, especialmente por el uso arbitrario del color, como en el famoso retrato de La Raya Verde, donde pinta una gruesa raya verde en el centro del rostro de su esposa. Sin ninguna duda, prefiero estas pinturas de Matisse a los múltiples paisajes de su compañero fauvista André Derain, los cuales me recuerdan demasiado al postimpresionismo o puntillismo de Seurat.

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«La raya verde» de Henri Matisse.

        En cualquier caso, volviendo a Ciboure y a la placa en la pared de la casa donde había vivido supuestamente Matisse (dato que yo desconocía por completo), me prometí a mi misma que me informaría sobre las andanzas del célebre pintor por estas tierras. Así, he leído que, efectivamente, Matisse y su esposa pasaron por Ciboure el año 1940, teniendo él ya más de setenta años, en su intento por volver a Niza (su lugar de residencia permanente) desde París. El matrimonio había pasado la primavera en Montparnasse tras visitar a su amigo el pintor Pierre Bonnard. Cuando los alemanes tomaron la capital francesa en mayo, Matisse decidió volver rápidamente a Niza. Sin embargo, debido a la imposibilidad de tomar un tren hasta esta localidad, se vio obligado a dar un rodeo y emprendió su éxodo por Bourdeos, recalando posteriormente en Ciboure. Más tarde, continuó su camino por Saint-Gaudens, Carcassone, Marsella y finalmente llegó a su destino; Niza.

       En Ciboure, Matisse se alojó en una preciosa casa típicamente vasca, con las paredes blancas, enyesadas, y las vigas y la carpintería (ventanas, balaustrada) pintadas en un rojo intenso. Desde los amplios ventanales podía ver una preciosa panorámica de San Juan de Luz, con su puerto, su faro y su plaza mayor. A escasos metros se encuentra la casa señorial donde nació el músico compositor de boleros Maurice Ravel. En la correspondencia que mantuvo con su hijo Pierre, Matisse explicaba que tenía una habitación con barandas, típicamente vasca, y que desde el balcón podía ver el puerto de San Juan de Luz y las pequeñas barquitas pintadas de azul ultramarino y rojo bermellón que traían anchoas y sardinas. Durante esta breve estancia Matisse pintó el cuadro Interior en Ciboure (1940), actualmente en el museo de Albi.

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«Interior en Ciboure» de Henri Matisse.

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Imagen de la casa donde se alojó Henri Matisse en Ciboure.

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Vista del puerto de Ciboure y San Juan de Luz desde la casa donde vivió Matisse.

        Matisse también expresaba en sus cartas su preocupación por el estado de su país natal. En aquel momento en el que el Francia se hallaba ocupada, las playas de localidades muy cercanas a Ciboure como Biarritz, habían dejado de ser autenticas pasarelas del lujo y la elegancia para funcionar como espacios para maniobras bélicas donde los soldados alemanes formaban filas. El pintor se preguntaba el porqué de aquella locura colectiva y de la destrucción que asolaba a Francia en aquellos terribles años de la ocupación.

        Concluyendo, encontrar el rastro de Matisse tan inesperadamente en Ziburu fue una grata sorpresa que me llevó a curiosear sobre su estancia en Euskal Herria. Si yo di con él por casualidad o hay algo más es un misterio, pero esto me animó a seguir husmeando cada paraje que voy visitando, ya que nunca se sabe quién puede haber recorrido el camino que trazan tus pies antes que tú.

Bibliografía:

MORGAN, James (2005). Chasing Matisse. A year in France living my dream. Free Press.

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