LA MUJER QUE LLORA

          Ojeando las estanterías de una librería di con el libro de Alicia Dujovne Ortiz «Dora Maar. Prisionera de la mirada«, publicado en noviembre de 2013. Una gran curiosidad se apoderó de mí y decidí leerlo. La historia de Dora Maar es una historia triste, y es también la historia de Picasso y del círculo parisino de artistas de vanguardia, al menos parcialmente. Es, en definitiva, el relato de la vida de quienes, aún teniéndolo todo, eran profundamente desdichados. Dujovne detalla en esta documentadísima y completísima biografía la transformación paulatina de una artista que no termina de brillar por sí sola al quedar eclipsada por la omnipotente figura de su amante, Pablo Picasso. Y lo cuenta como solo puede hacerlo una mujer, madura y argentina: con un estilo franco, sarcástico y poético, desde una perspectiva feminista y un arraigado sentido del psicoanálisis.

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Portada del libro «Dora Maar. Prisionera de la mirada» de Alicia Dujovne Ortiz.

          Si bien no quiero desvelar demasiado, cabe afirmar que esta obra retrata a una Dora cambiante, que a su llegada a París se impone, joven y reluciente, como la prometedora fotógrafa surrealista que fue. Sus escarceos amorosos con Chavance y Bataille y las supuestas historias sobre orgías, camas redondas y relaciones pseudosadomasoquistas (de las que aparentemente no fue partícipe activa aunque sí espectadora y cómplice) la fueron acercando inevitablemente a la figura de Picasso, quien se encaprichó con el mito de femme fatale. Junto a él, Dora va a vivir la década más intensa de su existencia, viéndose relegada al rol de amante-trofeo, pero jamás de esposa y quedando prácticamente anulada como artista. A su vez, durante todo este largo período de relación, el pintor malagueño nunca abandonará a su otra amante, la inocente y aniñada Marie-Therese Walter, con la que tiene una hija. Es especialmente llamativa la anécdota en la que la rubia (Marie Therese) y la morena (Dora) se enzarzan en una violenta pelea reclamando la atención del pintor, mientras éste está pintando Guernica y no parece preocuparle lo más mínimo la dramática escena. No en vano, queda más que probado que el narcisismo y la misoginia de Picasso son inabarcables.

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Fotografía de Dora Maar, por Man Ray.

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Fotografía de Picasso y Dora Maar.

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«Ubu», por Dora Maar.

          De la lectura de este libro se extrae la idea de que Dora era muy inteligente y presumida, orgullosa y arisca. Constantemente humillada por Picasso, quien se acuesta con otras ante sus ojos y únicamente se reúne con ella cuando así le place, se advierte en ella un fuerte componente de victimismo e incluso masoquismo, sufrimiento y consentimiento. Cuando finalmente la fotógrafa pierde la cabeza, su amado la interna en el hospital de Saint Anne, donde el doctor Lacan la somete a terribles electrochoques, de los que no se recupera jamás. Tras sus episodios de demencia, Dora tomará la decisión de esconderse para siempre del mundo y se recluirá en la soledad de su apartamento y en el misticismo religioso en el que se refugiará durante los últimos cuarenta años de su vida. Picasso, temeroso de la locura de ella, la abandona. No obstante, nunca la dejará en paz del todo: constantemente la torturará gastándole bromas pesadas o enviándole obsequios descabellados e humillantes. Tras su muerte, muchos años después de morir el genio, su piso no tardará en llenarse de especuladores tras el rastro de la obra picassiana. Lo que ocurrió con el testamento de Maar, en el que supuestamente legaba todo a la iglesia, es un misterio.

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Retrato de Dora Maar de Picasso

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Retrato de Dora Maar de Picasso

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Retrato de Dora Maar por Picasso

          Esta biografía es una aproximación muy interesante a la vida y la obra de Dora Maar y de Picasso, pero además nos acerca a muchos de los personajes de primera línea de la vanguardia parisina, como el poeta surrealista Paul Éluard y su inseparable Nüch, la enigmática Gala (esposa de Dalí), los fotógrafos Man Ray, Cartier-Bresson y Brassai, el padre del surrealismo André Bretón y su esposa Jacqueline Lamba, los poetas Max Jacob, George Bataille y Balthus, etc. Además, a través de las esposas, amantes y musas de Picasso (Fernande Olivier, Olga Khokhlova, Marie Therese Walter, Dora Maar, Françoise Gillot, Jacqueline Roque…) podemos entender mejor la obra del pintor, quien parecía ir analizando y desgastando minuciosamente a sus parejas a través de la pintura, retratándolas y deformándolas una y otra vez, hasta que perdía el interés. Sin lugar a dudas, tras leer esta biografía comprendo mucho mejor la serie de retratos de Dora pintados por Picasso que llevan por título «La mujer que llora«.

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«La mujer que llora», por Picasso.

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«La mujer que llora», por Picasso.

          ¿Y tú, qué opinas? ¿Se ha mitificado la figura de Picasso y silenciado su tremendo carácter narcisista y misógino? ¿Debemos separar la obra del personaje o una no puede entenderse sin el otro? ¿Era Dora Maar una fotógrafa surrealista o debemos analizar su obra como una propuesta independiente?

          ¡Espero tus comentarios!

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